martes, 21 de enero de 2014

Cine, arquitectura y arte abandonados.

Han estado presentes tanto tiempo, inmóviles en una ciudad sometida al continuo cambio, siempre constantes ante la indiferencia de las personas. Con el paso de los años, han ido adquiriendo su importancia y simbolismo. Algunos casi sin quererlo son un ícono mucho más fuerte, ahora muertos, que cuando sus puertas estaban abiertas al público.

Ópera.
Dentro de la colonia San Rafael, en la calle Serapio Rendón, el numero nueve sería el lote designado, en 1942, al arquitecto Felix T. Nuncio, quien crearía uno de los ejemplos más claros del Art-Deco dentro de la arquitectura en la Ciudad de México,
Un año después de la inauguración de la fuente de la Diana Cazadora sobre Reforma, cómo símbolo del auge económico de nuestro país, entre otros muchos edificios, es terminado el que sería durante varios años el cine más grande y popular de la Ciudad de México.
El 11 de Marzo de 1949, “Una familia de tantas” obra maestra del director mexicano Alejandro Galindo, fue protagonista en la ceremonia inaugural del impactante edificio que después de siete años de construcción por fin abría sus puertas al público.
Las personas de la época fueron rápidamente impresionados por la inmensidad de aquella pieza arquitectónica. Te dan la bienvenida a su interior dos monumentales mujeres de cemento y el magistral letrero que no da lugar a equivocaciones, usted efectivamente se encuentra frente al Cine Ópera.
El periódico mexicano “Excelsior” en 1949 escribe acerca del impactante nuevo cine y lo describe por dentro: “candilería de bronce y cristal, muros de espejo y muebles de exquisita y refinada distinción [. . .] un cuento de hadas convertido en realidad, eso es el cine Ópera, construido a todo costo, con gran lujo y esplendor para orgullo y recreo del pueblo mexicano”.
Poco a poco las paredes de espejo de una de las catedrales cinematográficas de la ciudad dejarían de ver tantos rostros, pasaban los años y de 1971 hasta 1993 no se llenaba ni un tercio de su inmensa sala con capacidad para poco más de tres mil 500 personas.  El cine Ópera, siempre recordando su origen de bajos recursos mantenía precios accesibles en contraposición con los enormes ventanales como señal de lujo y despilfarro, sin embargo en 1993 renunció a seguir proyectando películas y se retiro oficialmente de la industria cinematográfica.
Decidió darse una segunda oportunidad en el ámbito del entretenimiento y funcionó varios años como sala de espectáculos en la cual se realizaron diversos eventos de bastante importancia como un concierto de la conocida banda Héroes del Silencio los días 6 y 7 de Febrero de 1996.
La inmensidad con la que contaba el cine Ópera en la década de los 40’s se fue reduciendo conforme avanzaban los años y las familias mexicanas decidían hacer patria. La tarde del 12 de Octubre de 1998 se ofreció en su interior el concierto de la banda británica Bauhaus, los fanáticos que no alcanzaron boletos provocaron un desastre en las instalaciones de la pieza arquitectónica. El daño fue tanto que las autoridades respectivas decidieron cortarle la cabeza al recinto y cerrar sus puertas definitivamente.
La opulencia con la que un día contó el cine Ópera, hoy se encuentra reflejada en la belleza de sus restos. El olor a palomitas y el bullicio de las personas en su lobby, se han convertido en humedad y ruidos de ratas. La impactante sala cinematográfica a quedado reducida a trozos de madera en el piso y un techo que se rindió ante la intemperie, dejando pasar los rayos del sol por varios agujeros.
No sólo por la belleza de su decoración realizada por Manuel Fontanals que seguramente fue impactante en su época, sumido todo en la suciedad y el abandono, el cine Ópera, ha conservado y creado un nuevo tipo de atractivo. La desolación, destrucción y el olvido que transmite el cine funcionan como magneto para artistas que buscan inspiración, tal es el caso de Michael Nyman.
El compositor ingles descubrió este lugar en el año 2010. Tomó como inspiración el cine Ópera y filmo varios videos dentro de él. Quedó tan fascinado que le dedico una pieza musical, que se dice, creó mientras se encontraba sólo en su interior.
Esperando tranquilamente, el monumental cine Ópera reclama otra oportunidad para brillar como lo hacía antes, esperemos le llegue a tiempo y el IMBA, quien tiene la custodia del edificio, no deje que el polvo y las cicatrices que tiene su piel rosa pálido sigan extendiéndose y que pronto se reabran sus puertas a la nueva sociedad mexicana, que no puede imaginar la desaparición del edificio que lleva quince años cerrado pero que sin embargo se ha convertido en un ícono de la ciudad de México.
Cosmos
En la esquina de la calzada México-Tacuba y Melchor Ocampo, mejor conocido como Circuito Interior se inaugura en 1948 otro emblemático cine para nuestra ciudad. La apertura se retrasó dos años debido a un incendio, cuyas llamas carcomieron poco a poco el cuerpo de la sala cinematográfica una noche de Diciembre de 1946.
El proyecto que en un principio estuvo asignado al arquitecto Carlos Crombé paso a manos de su tocayo, Carlos Vergara, quién levantó del suelo las cenizas del cine y como ave fénix lo hizo renacer, adquiriendo una forma completamente distinta a como había sido diseñado y proyectado.
Como todas las demás salas cinematográficas. el cine Cosmos, contaban con el mismo acomodo que nos hace referencia al teatro, separando en dos niveles sus dos mil 600 butacas.
Fue el primer cine en la Ciudad de México en tener lo que hoy comúnmente llamamos: la matiné.
Poco a poco se fue convirtiendo en un cine populachero, proyectaba sus dobles corridas de películas de antaño para poder sobrevivir en la constante lucha con su archienemigo: el novedoso cine Tlatelolco, el cual para 1968 estaba proyectando “Bella de día”, filme realizado por el español Luis Buñuel.
La fatídica decisión de mutilar al cine Cosmos, debido a su baja rentabilidad al contar con una sóla sala tan grande, y convertirlo en un complejo de cinco pequeñísimas salas, junto con el rebautizo a “Macro Cosmos” fue la sentencia de muerte para el viejo, enorme y majestuoso cine, el cual cerro sus puertas pocos meses después.
Al momento de su edificación y apertura, nunca creyeron que el cine Cosmos no sólo proyectaría películas, sino que participaría en una: la matanza del 71, mejor conocida como “el Halconazo”, protagonizada por Luis Echeverría.
Fue perpetrado la mañana del jueves 10 de Junio de 1971, jueves de corpus cristi, por los “halcones” quienes se escondían en su enorme sala para después atacar a los estudiantes, mayoritariamente del politécnico.
Esa mañana fue la primera dentro de mucho tiempo que el cine Cosmos vio la luz del día, sin saber que las cortinas metálicas no dejarían que ningún rayo del sol traspasaría al interior nunca más.
Este año se pagaron 40 millones de pesos por la adquisición del inmueble para convertir a lo que un día fue un flamante cine en un monumento a las victimas del 2 de Octubre.  Se hará un recinto de cuatro corredores para el uso de los vecinos, cada uno con un tema distinto entre los cuales se encuentran: el cine de arte, la recreación, la historia y los movimientos sociales.
El mudo espectador de una de las matanzas más importantes de nuestra país espera sentado en silencio que dicten su futuro. Por el momento sólo queda el recuerdo y los sentimientos encontrados que nos evoca al ver su enorme fachada amarillo pálido sostenida por sus fuertes columnas, esos seis escalones que llevan directo a su entrada que era iluminada por enormes ventanales que ahora se encuentran rotos y grafiteados. El cine Cosmos se convirtió de la noche a la mañana en un ícono de la ciudad de México.
Teresa
Desde la calle Madero, en el corazón de la ciudad de México, se alcanza a leer un letrero en forma de bandera con el nombre “TERESA”, indicador de que uno se encuentra cerca de una de las salas cinematográficas más emblemáticas de nuestra ciudad.
Sigue siendo hoy en día, la sala de cine más grande de la ciudad de México, ya que sus dueños se han empeñado en mantener el edificio lo más apegado a su aspecto original creado por el arquitecto Francisco Serrano.
Fue inaugurado el 8 de Junio de 1942, en el mismo lote donde existió anteriormente otra sala cinematográfica del mismo nombre y que desapareció en 1936 con la ampliación de la avenida. Fue hasta 1939 cuando comienza la construcción a cargo de la compañía Exhibidores Mexicanos SA, la cual era dueña ya de otros cine de renombre como lo eran: el Encanto, el Odeón, el Monumental y el Edén. 
“Era la época del auge del cine en México en todos los niveles sociales” dice José Ceballos, el actual dueño de Teresa. 
Debido a su belleza y locación el periódico “El Universal” publicó un articulo previo a la apertura del cine Teresa que se limitaba a decir: “Teresa, un cine dedicado a las damas metropolitanas” adornado por la imagen del edificio con varios automóviles lujosos aparcados en su entrada y la cinta que proyectarían el día que abriera sus puertas “El hijo de la furia” del director John Cromwell.
Su marquesina, al estilo broadway, cubría la totalidad de la banqueta invitando a toda persona que, por la calle de San Juan de Letrán pasaba, entrara a admirarlo, pero no era su belleza física lo que hacía que las personas se quedaran, sino su comodidad y avance tecnológico. Contaba con tres mil 105 butacas acolchonadas y recubiertas con tapis y el innovador sistema de ventilación con el que contaba, permitía que la temperatura se conservara en 21 grados.
Muy a pesar de todo lo que les ofrecía Teresa a sus invitados, como muchas de sus amigos tuvo que recurrir a métodos inesperados para la solvencia económica y la supervivencia.
Es por esto que muchos conocen al cine Teresa como el cine porno más grande, lujoso y antiguo de todo el mundo. La sorpresa de muchos visitantes del cine era demasiada al encontrarse con un hermoso interior en el cual predominaban los mármoles y la madera, el pasamanos de la escalera principal era de cristal, en el vestíbulo se encontraba una Venus de tamaño natural y en la pared del lado derecho un enorme mural de varias señoritas metropolitanas.
En el 2010, cuando se terminó la transmisión de películas porno en la enorme sala del cine Teresa, la Cineteca Nacional la acoge entre sus brazos y quiere ver el resurgimiento de una de las salas más bonitas de la ciudad, la vuelve la sede alterna más grande y más antigua.
A pesar de ser considerado patrimonio cultural arquitectónico, la crisis económica hizo que todo lo que era el galerón del cine Teresa se convirtieran en locales donde venden celulares, destruyendo así todas sus entrañas. Intentaron conservar el corazón del cine, pero es completamente distinto a lo que era antes.
Cuenta aún con dos salas de 142 butacas cada una, que fueron remodeladas por José Díaz, ex dueño de los cinemas Lumiere. Se encuentran en la parte más alta del edificio.
Y así, en un cerrar y abrir de ojos, la sala cinematográfica Teresa, pasa de ser una de las más reconocidas en la ciudad de México al cine porno para dar una vuelta de hoja y pasar a proyectar películas de cine de arte como lo es la muestra internacional de cine.

Es a través de los años, conservando su fachada Art Deco, como el cine Teresa se convirtió en un ícono de la Ciudad de México.

Les recomiendo darse una vuelta por estos lugares que son legendarios.
BTW: Ninguna de las fotos que utilicé son mías
 :)
Mayra Langle. 

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