Han
estado presentes tanto tiempo, inmóviles en una ciudad sometida al continuo
cambio, siempre constantes ante la indiferencia de las personas. Con el paso de
los años, han ido adquiriendo su importancia y simbolismo. Algunos casi sin
quererlo son un ícono mucho más fuerte, ahora muertos, que cuando sus puertas
estaban abiertas al público.
Ópera.
Dentro
de la colonia San Rafael, en la calle Serapio Rendón, el numero nueve sería el
lote designado, en 1942, al arquitecto Felix T. Nuncio, quien crearía uno de
los ejemplos más claros del Art-Deco dentro de la arquitectura en la Ciudad de
México,
Un
año después de la inauguración de la fuente de la Diana Cazadora sobre Reforma,
cómo símbolo del auge económico de nuestro país, entre otros muchos edificios,
es terminado el que sería durante varios años el cine más grande y popular de
la Ciudad de México.
El 11 de Marzo de 1949, “Una familia
de tantas” obra maestra del director mexicano Alejandro Galindo, fue
protagonista en la ceremonia inaugural del impactante edificio que después de
siete años de construcción por fin abría sus puertas al público.
Las personas de la época fueron
rápidamente impresionados por la inmensidad de aquella pieza arquitectónica. Te
dan la bienvenida a su interior dos monumentales mujeres de cemento y el
magistral letrero que no da lugar a equivocaciones, usted efectivamente se
encuentra frente al Cine Ópera.
El periódico mexicano “Excelsior” en
1949 escribe acerca del impactante nuevo cine y lo describe por dentro: “candilería
de bronce y cristal, muros de espejo y muebles de exquisita y refinada
distinción [. . .] un cuento de hadas convertido en realidad, eso es el cine
Ópera, construido a todo costo, con gran lujo y esplendor para orgullo y recreo
del pueblo mexicano”.
Poco a
poco las paredes de espejo de una de las catedrales cinematográficas de la
ciudad dejarían de ver tantos rostros, pasaban los años y de 1971 hasta 1993 no
se llenaba ni un tercio de su inmensa sala con capacidad para poco más de tres
mil 500 personas. El cine Ópera, siempre
recordando su origen de bajos recursos mantenía precios accesibles en
contraposición con los enormes ventanales como señal de lujo y despilfarro, sin
embargo en 1993 renunció a seguir proyectando películas y se retiro
oficialmente de la industria cinematográfica.
Decidió
darse una segunda oportunidad en el ámbito del entretenimiento y funcionó
varios años como sala de espectáculos en la cual se realizaron diversos eventos
de bastante importancia como un concierto de la conocida banda Héroes del
Silencio los días 6 y 7 de Febrero de 1996.
La
inmensidad con la que contaba el cine Ópera en la década de los 40’s se fue
reduciendo conforme avanzaban los años y las familias mexicanas decidían hacer
patria. La tarde del 12 de Octubre de 1998 se ofreció en su interior el
concierto de la banda británica Bauhaus, los fanáticos que no alcanzaron
boletos provocaron un desastre en las instalaciones de la pieza arquitectónica.
El daño fue tanto que las autoridades respectivas decidieron cortarle la cabeza
al recinto y cerrar sus puertas definitivamente.
La
opulencia con la que un día contó el cine Ópera, hoy se encuentra reflejada en
la belleza de sus restos. El olor a palomitas y el bullicio de las personas en
su lobby, se han convertido en humedad y ruidos de ratas. La impactante sala
cinematográfica a quedado reducida a trozos de madera en el piso y un techo que
se rindió ante la intemperie, dejando pasar los rayos del sol por varios
agujeros.
No sólo
por la belleza de su decoración realizada por Manuel Fontanals que seguramente fue
impactante en su época, sumido todo en la suciedad y el abandono, el cine
Ópera, ha conservado y creado un nuevo tipo de atractivo. La desolación,
destrucción y el olvido que transmite el cine funcionan como magneto para
artistas que buscan inspiración, tal es el caso de Michael Nyman.
El compositor ingles
descubrió este lugar en el año 2010. Tomó como inspiración el cine Ópera y
filmo varios videos dentro de él. Quedó tan fascinado que le dedico una pieza
musical, que se dice, creó mientras se encontraba sólo en su interior.
Esperando
tranquilamente, el monumental cine Ópera reclama otra oportunidad para brillar
como lo hacía antes, esperemos le llegue a tiempo y el IMBA, quien tiene la
custodia del edificio, no deje que el polvo y las cicatrices que tiene su piel
rosa pálido sigan extendiéndose y que pronto se reabran sus puertas a la nueva
sociedad mexicana, que no puede imaginar la desaparición del edificio que lleva
quince años cerrado pero que sin embargo se ha convertido en un ícono de la
ciudad de México.
Cosmos
En la esquina de la calzada
México-Tacuba y Melchor Ocampo, mejor conocido como Circuito Interior se
inaugura en 1948 otro emblemático cine para nuestra ciudad. La apertura se
retrasó dos años debido a un incendio, cuyas llamas carcomieron poco a poco el
cuerpo de la sala cinematográfica una noche de Diciembre de 1946.
El proyecto que en un principio
estuvo asignado al arquitecto Carlos Crombé paso a manos de su tocayo, Carlos
Vergara, quién levantó del suelo las cenizas del cine y como ave fénix lo hizo
renacer, adquiriendo una forma completamente distinta a como había sido diseñado
y proyectado.
Como todas las demás salas
cinematográficas. el cine Cosmos, contaban con el mismo acomodo que nos hace
referencia al teatro, separando en dos niveles sus dos mil 600 butacas.
Fue el primer cine en la Ciudad de
México en tener lo que hoy comúnmente llamamos: la matiné.
Poco a poco se fue convirtiendo en
un cine populachero, proyectaba sus dobles corridas de películas de antaño para
poder sobrevivir en la constante lucha con su archienemigo: el novedoso cine
Tlatelolco, el cual para 1968 estaba proyectando “Bella de día”, filme
realizado por el español Luis Buñuel.
La fatídica decisión de mutilar al
cine Cosmos, debido a su baja rentabilidad al contar con una sóla sala tan
grande, y convertirlo en un complejo de cinco pequeñísimas salas, junto con el
rebautizo a “Macro Cosmos” fue la sentencia de muerte para el viejo, enorme y
majestuoso cine, el cual cerro sus puertas pocos meses después.
Al momento de su edificación y
apertura, nunca creyeron que el cine Cosmos no sólo proyectaría películas, sino
que participaría en una: la matanza del 71, mejor conocida como “el Halconazo”,
protagonizada por Luis Echeverría.
Fue perpetrado la mañana del jueves
10 de Junio de 1971, jueves de corpus cristi, por los “halcones” quienes se
escondían en su enorme sala para después atacar a los estudiantes,
mayoritariamente del politécnico.
Esa mañana fue la primera dentro de
mucho tiempo que el cine Cosmos vio la luz del día, sin saber que las cortinas
metálicas no dejarían que ningún rayo del sol traspasaría al interior nunca
más.
Este año se pagaron 40 millones de
pesos por la adquisición del inmueble para convertir a lo que un día fue un flamante
cine en un monumento a las victimas del 2 de Octubre. Se hará un recinto de cuatro corredores para
el uso de los vecinos, cada uno con un tema distinto entre los cuales se
encuentran: el cine de arte, la recreación, la historia y los movimientos
sociales.
El mudo espectador de una de las
matanzas más importantes de nuestra país espera sentado en silencio que dicten
su futuro. Por el momento sólo queda el recuerdo y los sentimientos encontrados
que nos evoca al ver su enorme fachada amarillo pálido sostenida por sus
fuertes columnas, esos seis escalones que llevan directo a su entrada que era
iluminada por enormes ventanales que ahora se encuentran rotos y grafiteados.
El cine Cosmos se convirtió de la noche a la mañana en un ícono de la ciudad de
México.
Teresa
Desde la calle Madero, en el corazón
de la ciudad de México, se alcanza a leer un letrero en forma de bandera con el
nombre “TERESA”, indicador de que uno se encuentra cerca de una de las salas
cinematográficas más emblemáticas de nuestra ciudad.
Sigue siendo hoy en día, la sala de
cine más grande de la ciudad de México, ya que sus dueños se han empeñado en
mantener el edificio lo más apegado a su aspecto original creado por el
arquitecto Francisco Serrano.
Fue inaugurado el 8 de Junio de
1942, en el mismo lote donde existió anteriormente otra sala cinematográfica
del mismo nombre y que desapareció en 1936 con la ampliación de la avenida. Fue
hasta 1939 cuando comienza la construcción a cargo de la compañía Exhibidores
Mexicanos SA, la cual era dueña ya de otros cine de renombre como lo eran: el
Encanto, el Odeón, el Monumental y el Edén.
“Era la época del auge del cine en
México en todos los niveles sociales” dice José Ceballos, el actual dueño de
Teresa.
Debido a su belleza y locación el
periódico “El Universal” publicó un articulo previo a la apertura del cine
Teresa que se limitaba a decir: “Teresa, un cine dedicado a las damas
metropolitanas” adornado por la imagen del edificio con varios automóviles
lujosos aparcados en su entrada y la cinta que proyectarían el día que abriera
sus puertas “El hijo de la furia” del director John Cromwell.
Su marquesina, al estilo broadway,
cubría la totalidad de la banqueta invitando a toda persona que, por la calle
de San Juan de Letrán pasaba, entrara a admirarlo, pero no era su belleza
física lo que hacía que las personas se quedaran, sino su comodidad y avance
tecnológico. Contaba con tres mil 105 butacas acolchonadas y recubiertas con
tapis y el innovador sistema de ventilación con el que contaba, permitía que la
temperatura se conservara en 21 grados.
Muy a pesar de todo lo que les
ofrecía Teresa a sus invitados, como muchas de sus amigos tuvo que recurrir a
métodos inesperados para la solvencia económica y la supervivencia.
Es por esto que muchos conocen al
cine Teresa como el cine porno más grande, lujoso y antiguo de todo el mundo. La
sorpresa de muchos visitantes del cine era demasiada al encontrarse con un
hermoso interior en el cual predominaban los mármoles y la madera, el pasamanos
de la escalera principal era de cristal, en el vestíbulo se encontraba una
Venus de tamaño natural y en la pared del lado derecho un enorme mural de
varias señoritas metropolitanas.
En el 2010, cuando se terminó la
transmisión de películas porno en la enorme sala del cine Teresa, la Cineteca
Nacional la acoge entre sus brazos y quiere ver el resurgimiento de una de las
salas más bonitas de la ciudad, la vuelve la sede alterna más grande y más antigua.
A pesar de ser considerado
patrimonio cultural arquitectónico, la crisis económica hizo que todo lo que
era el galerón del cine Teresa se convirtieran en locales donde venden
celulares, destruyendo así todas sus entrañas. Intentaron conservar el corazón del
cine, pero es completamente distinto a lo que era antes.
Cuenta aún con dos salas de 142
butacas cada una, que fueron remodeladas por José Díaz, ex dueño de los cinemas
Lumiere. Se encuentran en la parte más alta del edificio.
Y así, en un cerrar y abrir de ojos,
la sala cinematográfica Teresa, pasa de ser una de las más reconocidas en la
ciudad de México al cine porno para dar una vuelta de hoja y pasar a proyectar
películas de cine de arte como lo es la muestra internacional de cine.
Es a través de los años, conservando
su fachada Art Deco, como el cine Teresa se convirtió en un ícono de la Ciudad
de México.
Les recomiendo darse una vuelta por estos lugares que son legendarios.
BTW: Ninguna de las fotos que utilicé son mías
:)
Mayra Langle.
Mayra Langle.